28 de noviembre de 2009

LEYENDA DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE EUNATE


Cuenta la leyenda que habiéndose iniciado en una encomienda templaria la construcción de la que sería la ermita de Nuestra Señora de Eunate, antes de concluirla el maestro cantero se ausentó por un largo tiempo.


El resto de canteros siguieron trabajando según sus planos e indicaciones y la terminaron a falta del pórtico, del cual no había dejado indicación alguna.
Pasado el tiempo y en vista de que el maestro cantero no regresaba, el Abad no tuvo más remedio que recurrir a un afamado maestro local, que aceptando el encargo lo realizó en el plazo de tres días.
Poco tiempo después regresó el maestro cantero que había iniciado los trabajos de la ermita y al ver su obra terminada, se dirigió furiosamente al Abad, recriminándole el haber sido sustituido.
El Abad como toda respuesta le conminó a realizar un pórtico igual en el mismo plazo que su sustituto había empleado: Tres días, ni una sola hora más.

El cantero desesperado se internó en el bosque para invocar al diablo con la intención de que le ayudara en tan irrealizable empresa, cuando se encontró con la bruja Laminak que accedió a ayudarle si seguía sus indicaciones.
De este modo se apostó a las orillas del río Nekeas a la espera que la gran serpiente depositara en sus arenas un objeto que siempre custodiaba en su boca y una vez que lo tuvo en sus manos supo que era la piedra de luna. Llenó con las aguas del río un cáliz de oro que le había entregado Laminak y bañando en él la piedra de luna, se dirigió rápidamente hasta el pórtico de la ermita donde depositó el caliz.
Cuando la luna alcanzó su punto más álgido, su luz reflejándose en el agua grabó la imagen del pórtico sobre un nuevo pórtico sin tallar que había construido a su lado.
Tan solo pudo apreciar ligeras diferencias con el original, debido sin duda a las ondas producidas en el agua, y que la imagen había quedado grabada invertida como si se mirase en un espejo.

Al día siguiente, las gentes de la zona vieron la obra terminada y pronto llegó a oídos del maestro cantero que había realizado la puerta original. Este, furioso acudió a ver el resultado y al comprobar que su pórtico había sido vulgarmente copiado, golpeó tan violentamente la copia que la hizo volar por los aires hasta el cercano pueblo de Olcoz, donde acoge desde aquel día a toda persona que se acerca a la iglesia de San Miguel.

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